Sabía que eras veneno,
que encenderías mis apagados delirios,
una vez salpicaras mis entrañas,
con esa pasión tuya que es fuego,
que es brasa congelada…
¡la ambrosía que oxigena mi alma!.
No podría abandonarte
y por eso quise beberte sorbo a sorbo
hasta embriagarme con tus besos.
Hoy eres mi vicio….
Eres mi religión
y mi obsesión bendita.
Por eso,
te fumo,
te bebo,
te inhalo,
te inyecto…
no importa que lentamente tú me mates,
porque sé que en tu muerte
resucitaré a la vida.
Martha Cortes Rosas
30/09/2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario