Pronunciar tu nombre...
es humectar mi aliento
con vinos del recuerdo…
vinos fermentados en tu ausencia
con la burda complicidad de tu silencio.
Tú eras mi sol…
el astro que alumbraba mi planeta solitario,
más cuando te fuiste de mi lado,
se apagó esa luz
y los recuerdos quedaron ahogándose a oscuras,
debatiéndose entre legiones de desvelos,
envueltos entre sábanas de ecos sin sonido.
La herida de tu injusto adiós aún me duele,
no ha cicatrizado
porque la suturaste con puntos suspensivos.
Te quedaste con un trozo de mi alma,
y esa es la mitad que ahora me hace falta.
Ojalá me recordaras aún
y tuviese la dicha de revivir
los sueños que siguen sin despertar.
Pero, me siento desahuciada,
tú ya me borraste de tu historia
y el perfume de aquel sol resplandeciente,
hoy es apenas una sombra
que ha quedado colgada en mi mente.
Martha Cortes Rosas
24/05/2016
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